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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MINDFULNESS

  • mindfulnesmadrid
  • 14 oct 2015
  • 2 Min. de lectura

Tanto el Mindfulness como la Inteligencia Emocional son dos temas de actualidad y con mucho en común. ¿En qué se relaciona el mindfulness con la Inteligencia Emocional?

La inteligencia emocional consiste básicamente en tener un autodominio emocional. Este autodominio se consigue mediante dos pasos:

1. La autoconciencia de tu emoción, es decir, ser consciente y comprender tus propios sentimientos y emociones.

2. La autorregulación emocional, es decir, la autogestión de mis emociones e impulsos una vez desencadenadas. Ahora estaréis pensando "qué bonito suena, pero, qué complicado es".

¿Alguna vez os habéis sentido tan arrastrados por vuestra emoción, que habéis actuado de forma automática y sin pensar en las consecuencias? Pues amigos esta situación tiene nombre. Daniel Goleman, especialista en inteligencia emocional, lo denomina secuestro amigdalar. Resulta que vuestra amígdala ha tomado las riendas de la emoción y actúa como un "jefe malo", ya que nos condiciona para hacer cosas de las que nos podemos arrepentir.

Y es que las emociones son así. A veces llegan sin avisar, sin decirnos si van a ser más o menos intensas y es aquí donde comienza el papel del Mindfulness. Si conseguimos darnos cuenta y ser conscientes de que estamos ante un secuestro amigdalar (primer paso de la inteligencia emocional) será más fácil para nosotros cortarlo (segundo paso de la inteligencia emocional) y seguir viviendo la vida tal y como queremos vivirla. El mindfulness ofrece un espacio de libertad para decidir qué hacer cuando nos encontramos en esta situación; un espacio de libertad entre el estímulo y la respuesta. Mediante la práctica formal de la focalización de la atención, en el AQUÍ y AHORA conseguimos en la vida diaria ser más conscientes de las señales que nos manda nuestro cuerpo en forma de emoción. El mindfulness nos ofrece ese espacio para poder reinterpretar la situación y decidir si es así como queremos actuar o no.

Además, la práctica de este tipo de meditación se relaciona con mayores estados positivos mentales. Cuando nos encontramos en un secuestro amígdalar, hay mayor actividad en el córtex prefrontal derecho; en cambio, ante estados positivos mentales como son el entusiasmo, la energía y la colaboración entre otros, se da mayor actividad en el córtex prefrontal izquierdo. Richard Davison estudió el cerebro en un grupo de personas antes y después de realizar un programa de 8 semanas de entrenamiento en conciencia plena, y los resultados mostraron que su punto de ajuste emocional se movió de la dereha a la izquierda. Incluso los participantes describieron que se sentían mucho mejor, con más entusiasmo, energía y jovialidad.

En definitiva, la práctica regular del mindfulness ayuda a que detectemos y regulemos antes esas emociones negativas que nos dominan, y a que las emociones positivas se desarrollen y sean más duraderas.


 
 
 

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